EL HOMBRE QUE ACARICIA A LOS TIBURONES
(14-01-11) Acariciar a un tiburón puede parecer una locura. No piensa eso Noel López, dive master de Los Jardines de la Reina, profundo conocedor y defensor de estos animales.
En la mayoría de las ocasiones estamos acostumbrados a referirnos al medio marino, exclusivamente hablando de sus moradores, los peces y cuando hablamos de la presencia humana es sólo para criticarla como fenómeno aniquilador. Pero no siempre es así. Hay casos en lo que el hombre es uno más del ecosistema marino, perfectamente adaptado y respetuoso con él. Este es el caso de Noel López, Dive Master en Los Jardines de la Reina y una verdadera institución del buceo de la isla.
NOTAS BIOGRÁFICAS
Noel López, sería, sin duda, una celebridad mediática si en lugar de haber nacido en la maravillosa isla de Cuba, lo hubiera hecho en el entorno anglosajón. Pero las cosas son aquí diferentes, pese a quemotivos tiene de sobra para ser una “estrella” del mundo del documental submarino.
Nuestro protagonista nace en Camagüey en la parte centro oeste de la isla. Gracias a su padre se inicia en el mundo de la pesca con caña y posteriormente empieza con la pesca submarina. Su pasión por el mundo submarino va en aumento. En el año 1987 al acabar sus estudios puede adquirir su primer equipo de buceo, todo un clásico como es el bitráqua Mistral de Spiro. Junto a otros amigos empieza sus inmersiones de manera totalmente autodidacta, devorando con pasión, cualquier texto que caía en sus manos sobre teoría del buceo.
Muy pronto comienza su colaboración con el SEC (Sociedad espeleológica de Cuba) la institución científica más antigua de Cuba y en el año 1989 comienza su actividad profesional en el mundo del buceo, para un año más tarde obtener su título de instructor CMAS *, que posteriormente acabaría en ***. Algunos años después comienza a trabajar en un nuevo proyecto, que supondrá su consagración en el mundo del buceo, nos estamos refiriendo, claro está a Los Jardines de la Reina, donde lleva desde sus comienzos hasta el día de hoy. Allí descubrirá una nueva pasión que ya nunca le abandonará: el amor a los tiburones.
EL PARAÍSO DE LOS TIBURONES
Los Jardines de la Reina ofrecen unas condiciones idóneas para la biodiversidad marina, y para el último eslabón de la cadena: los tiburones. Nos encontramos en un ecosistema muy rico y bastante bien conservado, donde la presencia humana nunca ha sido excesiva. Se calculan en más de 200 las especies de peces presentes en estas aguas, lo que proporcionan una dieta amplia a los escualos.
Por otro lado la propia estructura física del lugar, con multitud de islas y cayos, así como un gran talud de arrecifes con grandes profundidades, permiten la presencia de hábitats muy diferenciados, que posibilitan la existencia de distintas especies. La gran abundancia de manglares y aguas someras es otra característica a considerar, siendo particularmente importante para las crías, que encuentran cobijo y protección bajo las raíces de estos bosques.
Las distintas condiciones oceanográficas, con presencia de corrientes cargadas de plancton o los pasos anuales de túnidos, colaboran a mantener esta diversidad, a la que el hombre, por una vez, ha ayudado a recuperarse. Son seis las especies más frecuentes, y salvo el estacional tiburón ballena, es fácil verlas todas en una estancia; pero quizás lo más sorprendente es que apenas se ha explorado con fines de buceo una parte de toda el área de reserva (1.400 km 2), por lo que seguro que quedan aún por descubrir grandes sorpresas.
HISTORIA DE UN ACERCAMIENTO
Cuando se inician las operaciones de buceo en Los Jardines de la Reina de la mano de Avalon, los tiburones, aunque presentes, eran más escasos que en la actualidad. Las medidas de protección tardarían años en dar sus frutos y había que intentar fijar a los escualos como innegable polo de atracción para el incipiente turismo subacuático. Por ello se inicio un principio de feeding, poco a poco. Los protagonistas eran las especies más frecuentes, como son los tiburones sedosos y los caribeños, pero incluso se intentó con los gigantescos tiburones martillo.
Poco a poco los animales fueron confiándose y acercándose más al buceador. Un principio básico fue no darles de comer nunca con la mano, para evitar accidentes y, sobre todo, que el animal pudiera asociar la mano con la comida. De este modo se fue entrando en contacto cada vez más con los escualos. Noel y sus compañeros comenzaron a acariciar a los pequeños sedosos y fruto de ese contacto se llegó a la “paralización“ que es una de las principales señas de identidad del buceo en Los Jardines.
Noel y sus compañeros vieron que los tiburones quedaban paralizados si se les ponía boca arriba y se les practicaba una pequeña torsión en la cola. Poco a poco la técnica se fue perfeccionando y hoy día es un gran aliciente de este buceo. El animal no sufre lo más mínimo, no hay ninguna reacción violenta y ello permite un acercamiento imposible en otras circunstancias.
AMOR A LOS TIBURONES
Nuestro protagonista, con estos antecedentes, es un verdadero enamorado de los tiburones, como no podía ser de otro modo. Para él es un animal especial al que, pese a su cercanía y confianza, nunca pierde el respeto.
Es un placer no solo bucear con Noel, sino poder hablar tranquilamente con él en la cubierta del entrañable hotel flotante La Tortuga, base de operaciones del buceo en Los Jardines de la Reina. Sus más de 6.000 inmersiones, dan para multitud de anécdotas, contadas con un agradable y cadencioso ritmo caribeño. Además de un gran buzo es, sin duda, un notable narrador.
Es una imagen impactante ver cómo Noel se lanza el primero de la embarcación, estando literalmente rodeado de escualos. Más de 20 silkysse arremolinan junto al barco y nuestro amigo se lanza al agua sin ningún reparo. Emerge, rodeado de ellos sin ningún problema. Aquí no hay feeding, no hay frenesí alimentario, solo hay un “tiburón diferente” en el agua. Cuando Noel “hipnotiza” a los tiburones, siempre tiene un gran cuidado para no hacerles el menor daño. Los acaricia con cariño, más bien parecerían dóciles gatitos que las fieras salvajes que muchas veces nos hacen creer.
CARICIAS SUBMARINAS
Bajo el agua el comportamiento es similar, diríamos que aún más impactante, ya que además de los silkys encontramos a los grandes caribeños. En este caso Noel introduce algún pescado en las hendiduras del arrecife para que el olor atraiga a los animales; pero nunca dándoles de comer. Él se mueve con elegancia bajo el agua. Su gran corpachón se torna grácil bajo el agua, parece un habitante más de las profundidades.
En la subida al barco le están esperando sus fieles amigos los tiburones sedosos para iniciar ese verdadero ritual. Nuestro actor principal los agarra con firmeza, pero a la vez con suavidad, por la dorsal y luego rápidamente con un volteo el tiburón queda paralizado. Al soltarlo, unos segundos y vuelve a la actividad, no sin que antes Noel le haya hecho una pequeña caricia en “la panza” como señal de agradecimiento y respeto por su colaboración.
Fruto de lo inocuo de esta práctica es que al principio de las operaciones de buceo no se contaban más de 3 ó 4 tiburones sedosos. A día de hoy superan ampliamente la veintena y lo más importante: no presentan una dependencia trófica del hombre. Es poco el pescado que se les da, tan solo raspas y cabeza y en épocas de paso de los túnidos abandonan la zona, mayoritariamente, para depredar salvajemente sobre estos peces.
Texto y fotos: Juan Carlos García y Miguel Ángel Cerezo
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