Aunque habíamos dejado atrás la concentración de tiburones siempre teníamos siguiendo nuestros pasos, tres o cuatro escualos de la especie caribes o “cabeza dura” que nos escoltaban con una persistencia encomiable obsequiándonos con ceremoniosas pasadas para mantener la emoción, cosa que sin duda conseguían.
Mi compañero Noel, provisto con una magnifica cámara fotográfica va sacando planos y mas planos de mis evoluciones, lo cual no puedo negar que me encanta, porqué se que su intención es obsequiarme, en nombre de AVALON, con las fotografías obtenidas como un imborrable recuerdo de mi estancia en Los Jardines de la Reina, y así,cuando sea mayor, poder deleitarme con el recuerdo, mirando las fotografías en mi álbum personal.
Comentarios sobre la fotografías:
1º- En un claro acto de coquetería personal me decidí a no ponerme el casco de neoprene. De esta forma con mi “hermosa cabellera de pelo blanco” podrán reconocerme mis hijas, nietos y amigos. También cuando, ya entrado en años, me retire de la inmersión y repase mi álbum de fotografías podré decir: ¡ coño pero si este soy yo!
2º- Según Noel, el pelo blanco parecía atraer a los tiburones, y esto, al parecer, provocó algunas pasadas rasantes, y posiblemente algún comentario entre los tiburones. “ ¡Que hace un viejo como este entre nosotros!” Les perdono lo de “viejo”
3º- Cuando visioné las fotos quedé sorprendido porque cuando posaba satisfecho para Noel yo ni siquiera me daba cuenta de que algunos tiburoncetes mas coquetos que yo se situaban a mi espalda. Era evidente que querían “salir en la foto”
El recorrido del arrecife hasta llegar de nuevo a la boya de buceo para iniciar el periodo de descompresión, fue un paseo increíble por una zona que puede considerarse como uno de los fondos mas hermosos y bien conservados del Caribe por la abundancia de su fauna y por el tamaño de determinadas especies, especialmente los diversos tipos de meros tropicales que iban siguiendo con enorme curiosidad nuestros pasos.
Cuando Colón descubrió este archipiélago de 250 islotes y comentó que constituían un jardín digno de la Reina, ignoraba que el jardín que se extendía mas allá de la superficie del mar era no solo digno de la reina sino de toda la corte en pleno. Si Cristóbal Colón hubiera dispuesto de un OPEN WATER PADI a buen seguro se habría vuelto loco ante tanta maravilla.
Bien; terminada la descompresión, nos planteamos, como en su día se preguntó Hamlet, “to be or not to be , that´s the question” que podemos traducir en términos subacuáticos en vista de los mas de veinte tiburones que esperaban alrededor de la lancha, “salimos o no salimos esta es la cuestión”.
Pero por fin, después de consultar con nuestros guías que nos tranquilizaban pidiéndonos calma con expresivos gestos , decidimos iniciar nuestro camino de regreso hacia la superficie para subir a bordo de la lancha evidentemente algo acongojados…( o sería mejor decir “acojonados” ) y he aquí, que, con educación y buenos modos nos metemos entre los veinte o treinta escualos (¡cada vez parece que hay mas!) que montan guardia especialmente alrededor de la escalera, y rogando educadamente decimos… ¿por favor nos dejan pasar?..por favor dejen paso,…déjenos salir primero, please hermano…y así, uno a uno, para no morir en el tumulto, fuimos saliendo del agua ordenadamente. En un momento determinado Ingrid se quejo de que “algo” le había rozado el culo… (nunca sabremos a ciencia cierta si fue un tiburón).
Ya por fin todos a bordo, empezó el otro “show”. Siguiendo la costumbre y como agradecimiento a que nos dejaran salir del agua sanos y salvos, se procedió a otra sesión de “feeding” dando a los tiburones que continuaban alrededor de la lancha, grandes trozos de pescado atados a una cuerda.
Ahora el espectáculo es francamente escalofriante al comprobar como los tiburones se lanzan como exhalaciones a una competición de fuerzas para conseguir capturar el cebo y esta competición da lugar a una lucha sin cuartel entre ellos que hace que el mar hierva en un autentico frenesí de coletazos y mordiscos con unas bocas llenas de dientes que dan pavor…
Pero nosotros felices ya bordo pensamos que, por suerte, y como ha quedado demostrado en nuestra emocionante inmersión, estos pavorosas mandíbulas y afilados dientes los usarán solo para sonreír amablemente a los turistas españoles que les visitan.
¡Así sea!
PD: Os dejo además este vídeo en el que aparece Noel (Dive Master de Los Jardines de La Reina y mi inseparable compañero)